Tomé esta foto en el Parque Nacional de Duna-Ipoly, en Hungría. En un amanecer de principios de verano estaba buscando mariposas cuando me topé con estas arañitas (Araneae) de apenas un milímetro de longitud. Debieron de nacer en ese momento y pasaron un poco de tiempo juntas antes de separarse.
Durante un paseo primaveral por una charca en mitad del bosque, me fijé en unos renacuajos de rana parda (Rana sp.). Se retorcían muy deprisa y a su alrededor aparecían burbujas de aire. Decidí utilizar una de las "ventanas de burbujas" como marco para una foto.
Entre la arena y las rocas del desierto del Sahara habita una de las serpientes más impresionantes del mundo. La víbora cornuda del desierto (Cerastes cerastes) es el ejemplo perfecto de una especie que prosperó en los hostiles desiertos norteafricanos. Con sus notorios cuernos, la víbora nos da una apariencia del mismísimo diablo. Nada más lejos de la realidad, ya que el comportamiento de la serpiente es realmente tranquilo.
El pasado mes de julio, fui a un campo de calabazas (Cucurbita sp.) por la mañana temprano. Sabiendo que a los escarabajos amarillos de la calabaza (Aulacophora sp.) les gusta comer hojas de calabaza, busqué todos los días y tardé más de un mes en capturar una escena poco común.
Tomé la foto en el remanso más tranquilo de un arroyo. Cuando encontré estos ágiles escarabajos acuáticos (Gyrinus natator) orbitando la superficie del agua, me pregunté cómo fotografiarlos de la forma más interesante posible. Tras muchos experimentos en repetidas ocasiones, aproveché el rápido y vibrante movimiento de los escarabajos tomé la imagen con una velocidad de obturación larga.
Las culebras ratoneras orientales (Pantherophis alleghaniensis) de Florida son muy coloridas. Las rayas de esta especie son muy interesantes y pronunciadas también cuando la serpiente está enroscada. El ojo redondo con su pupila también redonda contrarresta estas líneas definidas.
Encontré esta araña de saco amarillo (Cheiracanthium punctorium) que construyó esta espectacular telaraña en la hierba, bajo una hoja, con dos finas capas de seda, probablemente para pasar la noche. La luz se filtraba a través de las copas de los árboles, iluminando la tela desde atrás. Tuve poco tiempo para fotografiarla a contraluz y captar la descomposición del color en la telaraña, pero tras unos cuantos intentos, quedé satisfecho.