Mes de abril. Con el inicio de la temporada de lluvias, una anaconda verde (Eunectes murinus) se desliza al atardecer por las aguas someras del llano. Su silueta revela un vientre hinchado. Ha capturado una cria de capibara (Hydrochoerus hydrochaeris) y ahora busca un lugar seguro donde pueda digerirla en reposo, un proceso que puede tomar varias semanas en la calma del humedal.
Muchos animales nocturnos tienen un tapetum lucidum, una adaptación biológica diseñada para mejorar la visión en la oscuridad. Este efecto es conocido en los mamíferos. Algunos insectos y arañas también presentan este fenómeno, a pesar de que sus ojos compuestos tienen una estructura completamente distinta a la de los ojos de los mamíferos. La foto muestra una mariposa nocturna (Noctuidae).
Un opilión junto a unas pequeñas setas del género Xylaria espera paciente a su próxima presa en una lluviosa noche de otoño. La escena fue iluminada con dos flashes de contra y una luz continua de una linterna para resaltar sus siluetas en la oscuridad.
Hice esta foto en el bosque de Amboli, conocido por ser un punto caliente para algunas especies endémicas. Vimos unas cuantas ranas planeadoras (Rhacophorus sp.) compartiendo cómodamente el hábitat de una plantación de ñame pata de elefante o patata de Telinga (Amorphophallus paeoniifolius). Me gustó la disposición de las hojas de esta planta y pensé en hacer una foto con una luz externa a contraluz. Probé distintos ángulos, intentando aislar a la rana de su desordenado entorno.
En un prado al amanecer de un mes de mayo se pueden encontrar muchas pequeñas maravillas. Además de las muchas flores silvestres en flor, puedes descubrir muchas pequeñas criaturas, insectos, mariposas... La naturaleza despierta. Es maravilloso formar parte de ello, al tiempo que puedes fotografiar una mariposa nocturna tan hermosa como esta geómetra (Siona lineata).
Una víbora áspid (Vipera aspis) yace entre las ramas de la maleza. En el silencio de un bosque sosegado, aparece como el eco de un sueño. La víbora, criatura temida e incomprendida, se mueve con la gracia de un pensamiento antiguo, entre la luz filtrada y las lentas sombras. En su mirada no hay amenaza, sino memoria. Fotografiarla así, suspendida en una atmósfera irreal, fue como entrar en otro tiempo: pausadamente.
Esta foto está tomada muy cerca de mi casa. En ella se puede ver, en una planta de zanahoria silvestre (Daucus carota), una reunión de coraceros (Rhagonycha fulva) dispuestos a aparearse. Hice un contrapicado, para intentar darle mas importancia al conjunto.